L'article adjunt és la primera col·laboració amb el diari digital 'La Noticia Imparcial', fet a Espanya i en llengua castellana. També ha estat publicat a 'El Periódico'.
Afirmaba Mariano Rajoy en una reciente entrevista a The Wall Street Journal que la independencia de Cataluña va “contra la evolución natural del mundo”. El presidente español nació en el año 1955. En aquel momento la Organización de Naciones Unidas (ONU) contaba con 76 Estados miembros. A fecha de hoy la ONU alberga 193 Estados. La evolución natural ha hecho que el número de Estados soberanos se haya más que duplicado.
En Cataluña el debate sobre si es necesario tener un Estado propio, o no, está casi cerrado. Los partidarios y detractores de la independencia han debatido hasta la saciedad ambas opciones, en campañas electorales, debates televisivos o radiofónicos, en la calle o en medios escritos. Ha sido un debate sereno, cívico y casi sin violencia. El resultado se observa diariamente en ese plebiscito cotidiano a que se refería Ernest Renan. Lo está en masivas manifestaciones sin un solo incidente, lo está en los balcones atestados de banderas que Rajoy pretende sumir en el silencio. Es un plebiscito sin arrogancia pero decidido a no ceder en su pretensión de democracia.
Suetonio atribuyo a Julio César la frase Alea jacta est en el sentido de que los dados estaban echados y había que esperar la suerte. En Cataluña los dados ya están echados pero el señor Rajoy se empeña en tapar cual ha sido el resultado. Lo tapa con humo, como Gibraltar, amenazas de sus adláteres o negando la mayor. Pero los dados están ahí. El gran argumento del gobierno español frente a la inapelable cadena humana que cruzó Cataluña el once de septiembre es que existe una mayoría silenciosa deseosa de continuar dentro de España. Si es así, para despejar la duda, solo queda una opción: dejar votar, mirar que sale en los dados y asumirlo. Se llama democracia.
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